Muchas veces llegan
al consultorio buscando ayuda para mandar a terapia a otra persona, el marido, un hijo ¿Qué hacer cuando el que
necesita terapia no quiere asistir?
En ocasiones, las
personas consideran que su problema es una persona en particular; por ejemplo,
alguien que tiene muy mal genio, que de todo se enoja, incluso llega a ser
violento.
Cuando llegan al
consultorio y dicen, ¡”Hay, quien tiene que venir a terapia es mi hijo, porque
no me hace caso, anda mal y por más que le digo, no me hace caso; le hemos dado
todo, él no entiende”.
Es frecuente que
las suegras se quejen de la nuera o viceversa; las nueras sienten que la suegra
se mete en su relación y está afectando su matrimonio; o que tiene demasiado
consentido a su hijo y éste siempre corre a casa de la mamá y lo ha hecho
irresponsable.
También hay hijos
que consideran que sus padres están mal, que no los comprenden, que son
agresivos y no los dejan hacer su vida, que siempre están tomando decisiones
por ellos y ven su autoestima afectada.
En estos casos, las
personas pueden ver que el problema no son ellos; que su vida cambiaría
rotundamente y serían muy felices si “El otro” tomara una terapia, si tan solo
cambiara un poco.
Para la psicología
conductista, las acciones o conductas de toda persona se aprenden en el medio
que lo rodea, también es algún elemento del medio ambiente el que detona esta
conducta; además, las conductas socialmente no aceptadas, también presentan un
reforzador que se obtiene del entorno inmediato; es decir que, los elementos
del entorno cotidiano van a provocar y hacer que permanezcan estas actitudes y
conductas “del otro, que debe ir a terapia”.
Un aspecto
importante es buscar de qué forma se puede modificar este medio, para eliminar
los detonadores de la conducta “del otro” que nos afecta y evitar a toda costa
que se sigan presentando los reforzadores que hacen que la conducta se presente
una y otra vez.
Es fundamental que
cuando una persona siente que su relación con la pareja, el hijo, la madre, el
jefe, un compañero, o cualquier otra relación importante o cotidiana empieza a
deteriorarse, o bien cuando sientes que ya no aguantas más, que ya estás harta,
cuando quieres que eso termine, ponerle un alto
y no se ve salida. Este es el momento en que ya no puedes postergar una
terapia basada en emociones que te permita sanar los momentos de sentimiento
fuerte y cambiar tu forma de relacionarte con “el otro”.
Los elementos del entorno cotidiano van a provocar y hacer que permanezcan
estas actitudes y conductas “del otro, que debe ir a terapia”.
En el momento en
que tú cambies tu comportamiento de forma decidida y con fuerza, “el otro”
tendrá que cambiar para adaptarse, porque su entorno ya no será el mismo.
Si la persona que
está cerca de ti, siempre tiene excusas para no pedir ayuda de un especialista,
ya sea porque dice “yo no estoy loco para ir con el psicólogo”, o si te culpa a
ti o a otros, de todos los problemas; si piensa que no es él quien necesita
ayuda. Es importante que tú acudas a consulta para que puedas estar bien.
Puede suceder, que
los demás se animen a visitar el consultorio del psicólogo cuando vean que la
terapia es útil, que en breve tiempo tiene mejoras en cada persona.
Por ejemplo, unas
sesiones para aprender técnicas de comunicación efectiva, lograrán que vean
cambios en ti, como que eres más
comunicativo, tienes más detalles, te quejas menos, valoras más sus esfuerzos,
escuchas mejor cuando te cuenta sus cosas
¡Desde que vas a terapia!
Entrénate en habilidades de
comunicación efectiva, mejorarás tu entorno y aumentará tu bienestar y tu calidad de vida.
Decídete a salir de esa zona de incomodidad que ya no toleras y lánzate
a conquistar tu bienestar
¡Tu corazón te seguirá!
Julia Becerril,
Septiembre de 2015.
Para conocer más, visita: psicreamotiva.org
Cómo citar este artículo:
Becerril J. (septiembre, 2015) “Es otro el que necesita terapia“. [Mensaje
en web: psicología Creativa y Motivación A.C.]. Recuperado de
http://psicreamotiva.org/index.php?lengua=esp&pagina=main&seccion=001_inicio
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