miércoles, 30 de noviembre de 2016

¡Quiero ser importante para mi madre!

Todos quisiéramos tener (o ser) una madre amorosa, tierna; que nos escuche sin juzgarnos, que nos acepte como somos y que nos motive cuando nos equivocamos y tenemos que levantarnos.

Qué hermosa es una relación entre madre e hijas, cuando le miras a los ojos y encuentras una verdadera aceptación, sin importar que tontería hiciste, siempre te demuestra afecto, comprensión y la tibieza de su abrazo.

Sin embargo una madre, también puede ser una de las relaciones  más complejas, que dejarán heridas muy profundas en nuestra formación, un vacío en nuestra autoestima, en lo que pensamos de nosotras mismas.

En el consultorio, es muy frecuente encontrar personas que sufren de angustia, inseguridad, frustración y una incapacidad para recibir y demostrar afecto; detrás de estas historias hay experiencias en la infancia y en la juventud, en las que relatan la falta del amor y reconocimiento de su madre. Hombres y mujeres que con un profundo sentimiento de abandono y con lágrimas en los ojos, llegan a expresar, frases como:

  • ·        ¡Deseo profundamente, sentirme importante y reconocida por mi madre!
  • ·        Nunca me faltó nada, pero no tuvimos cariño.
  • ·        Cuando me acerque a ella y quería contarle lo que me pasaba, pedirle un consejo, me dijo: “con migo tendrás una casa, comida y atenciones cuando enfermes, pero no me pidas más, eso fue lo que me enseñaron y eso es lo que puedo darte”.
  • ·        Ella veía cuando mi papá me golpeaba, me tiró al suelo y ahí me  pateo - “Más me duele que ella se subiera a su cuarto sin decir nada, que no me defendiera; que los golpes de mi padre”.
  • ·        Siempre he sentido que mi madre se avergüenza de mí.
  • ·        He pensado mejor morirme, no le hago falta, estaría mejor sin mí.
  • ·        Todas las atenciones eran para mi hermana, ella era la bonita, la que presumían, y yo “nada”; a pesar de que yo ayudaba en todo a mi mamá, trabajaba y cooperaba en casa, mi hermana nunca hizo nada, siempre ha sido egoísta.


Si consideras que eres parte de ese enorme grupo de personas que no aprendieron a recibir cariño, o  si perteneces a esta generación que les cuesta trabajo demostrar cariño, sigue leyendo y podremos conectarnos, encontrar respuestas, saber por qué.

Primero, debemos tener en claro que se trata de emociones que, en mayor o menor medida, se presentan en la primera relación emocional más profunda de un ser; el vínculo con su madre. En este sentido, somos pequeños seres, bebés, niños, jóvenes que aún no alcanzamos a comprender, ni explicarnos  muchas situaciones de la vida y la respuesta automática es: culparnos, sentir que algo anda mal en mí, que debo tener mal mi ADN.

Y no, no hay nada malo en ti. Pero entonces ¿Por qué mi madre es así con migo?
 El ser humano aprende a expresar afecto desde los cuidados y atenciones que la familia le otorga durante la infancia, la adolescencia y la juventud.

El ser humano aprende a expresar afecto desde los cuidados y atenciones que la familia le otorga durante la infancia, la adolescencia y la juventud; si en casa no han logrado  este aprendizaje por cualquier situación lamentable o simplemente no vivieron ellas mismas una experiencia de recibir - expresar afecto adecuadamente y de forma constante. 
Es muy probable que al ser madres, al formar una familia; carezcan de la posibilidad de demostrar su amor a los hijos ¡Porque no saben hacerlo, nunca aprendieron!

En este sentido, puede ser que también ellas fueran maltratadas en la infancia, donde aprendieron de forma distorsionada, cosas como;

·        Que así es; los padres golpean o insultan “Ya es normal.”
·        Se acostumbraron, aprendieron la conducta por imitación y repeticiones y se les grabó un patrón de conducta.
·        Desesperanza aprendida; que el mundo es por definición un lugar inseguro, no se puede confiar en nadie.

Incluso, cuando eran objeto de maltrato, algunas se decían a sí mismas que jamás harían con sus hijos lo mismo; luego, están repitiendo de manera inconsciente, las mismas actitudes y conductas erróneas.

Quizá en este momento estás pensando, sí, sí ¡Entiendo!  Pero si ella quisiera, hubiera podido aprender a darte amor y cariño, que tú misma has tenido que aprender y logras expresarlo adecuadamente, que es un instinto maternal, que simplemente ¡Es tu madre y debe quererte!
Antes de continuar, es importante comprender que en la mayoría de los casos, son personas que no logran ver su error, se dan cuenta de que tienes problemas, que reclamas, que no estás a gusto; pero no se dan cuenta de los errores que comenten.

Estas personas, tampoco logran controlarse, es un trastorno que las hace incapaces de expresar e identificar las emociones, en particular el cariño. No es que no tengan emociones, sí están ahí, pero tienen que desarrollarlas y no saben que pueden hacerlo, tampoco saben cómo lograrlo. Y como si esto fuera poco, también tienen dificultades para tomar decisiones.

En segundo lugar, una vez que hemos comprendido por qué se desarrolla en algunas madres esta lamentable situación de no poder expresar el amor maternal con sus hijos (frecuentemente, es con alguna hija), es momento de ubicar en qué lugar te encuentras en esta línea de aprendizajes distorsionados. Por ejemplo, puede que seas esa madre que no se da cuenta de la importancia de sus capacidades para expresar amor  a sus hijos, pero te das cuenta que tienen problemas; sigue leyendo para encontrar algunas alternativas.

Si por el contrario, eres una de esas hijas que han sufrido por la falta de reconocimiento y afecto; te recomiendo continuar esta lectura para tomar precauciones y propuestas.

Es importante comprender en este punto, que no se trata de pensar que te falta amor por tus hijos, el punto es que, a pesar de todo el amor y sacrificio que haces por ellos, es necesario demostrárselos de manera afectiva, es imprescindible que observes si estás trasmitiendo ese cariño. Vamos a ver algunos casos y formas de actuar más asertivas.

No se trata de pensar que te falta amor por tus hijos, el punto es que, a pesar de todo el amor y sacrificio que haces por ellos, es necesario demostrárselos de manera afectiva.

Mucho se ha hablado sobre el amor de una madre; por ejemplo que es capaz de sacrificarlo todo por sus hijos. Muchas de nosotras tenemos recuerdos que bien son un ejemplo de esta cualidad, como trabajar arduamente para darles bienestar, preocuparnos hasta el insomnio cuando algo no anda bien en sus vidas o pasan por un momento de tristeza, o quizá porque verdaderamente se encuentran en una situación de riesgo.

Sin embargo, en muchas ocasiones este amor y sacrificio no llega a ser percibido por los hijos ¿Te has preguntado por qué? Quizá tienes dos trabajos, llegas cansada a tu casa y aún tienes que preparar comida, arreglar ropa; definitivamente, debes estar exhausta, fatigada y con ganas de ser recibida con mimos y atenciones; te conformarías con llegar y no recibir reclamos de cómo se portaron los hijos, los problemas de cada uno, su actitud indiferente o rebelde.

En este contexto es muy fácil reclamar, empezar a regañar; en lugar de abrazar calmadamente, detenerte entre los brazos de tu hija, de tu hijo, como si el tiempo no importara, preguntarle cómo le fue en la escuela, mirarle a los ojos, con una expresión amorosa, verdaderamente interesada en escucharle y sea lo que sea que te esté contando, aceptar a ese ser que salió de tu vientre, y tratar de comprender cómo se siente, para poder apoyarlo, sin juicios, sin  reclamos.

Una característica del amor materno, dicen, es que se trata de un amor incondicional, que se siente y se entrega sin importar la situación por la que se atraviese; es decir, sin importar cómo sea tu hijo, qué haga o que piense. En muchas ocasiones tus hijos piensan en lanzarse por la ventana porque se sienten Superman; más tarde, quieren liberarse y que no les des ni consejos, ni responsabilidades; algunos deciden tomar en las fiestas y empezar con drogas; en otras circunstancias quieren irse con el novio de fin de semana y simplemente no entienden por qué estás en desacuerdo y ellos solo pueden explicárselo diciendo “tú no me comprendes” “es que  ya estás vieja”.

Estoy segura que en estas situaciones, tú sigues amando a tus hijos, pero quizá ya no sabes qué más hacer, empiezas a sentirte desesperada y tratas de ser más una autoridad fuerte, llegas a los insultos, amenazas (que luego quizá no cumples) y en muchos casos hasta recurres a los golpes; o bien, pierdes todo el respeto y comunicación con tu hijo – hija (situación que también sucede a veces con los papás).

En estos momentos, un amor incondicional, es el que comprende que lo más importante es,  ver qué emociones hay detrás, en qué momento dejamos de tener confianza, comunicación y nos perdimos en alegatos, arrebatos y desencuentros sin arreglo. El amor verdadero, es el que sigue a tu lado cuando caes, el que no te juzga cuando te equivocas y te alienta para que te levantes. Pero quizá te estés preguntando “! Exacto, eso quiero! ¿Pero cómo lo logro, si ya lo intenté todo?

Pasa tiempo especial con tu hija - hijo, dedícale tiempo y esfuerzo para hacer lo que a ella le gusta y tú dedícate por 30 minutos, solo en tratar de comprender qué se siente ser ella (o él), porqué le gusta lo que “le gusta”, comprender qué está viviendo, “date cuenta de cómo se vive ser tu hija”. Así podrás encontrar el elemento afectivo que le hace falta, podrás darte cuenta si es cuestión de mejorar su autoestima, su seguridad, o de estar más cerca afectivamente de ella, si lo único que quisiera es sentir que es importante para ti, que la aceptes como es, que sienta que pertenece a una relación madre – hija. Dedícale  30 minutos dos veces por semana, te aseguro que las cosas van a mejorar y podrás sentir que tienes una buena relación con tus hijos.

Definitivamente, si esto no es posible para ti, si no logras establecer una relación cercana y afectiva con tu hija – hijo; realmente no sigas perdiendo el tiempo, es mejor que busques ayuda para aprender a expresar tus emociones de forma asertiva. No te angusties, es mucho más común de lo que piensas, hay tanta gente a la que no nos enseñaron a expresar nuestro afecto de manera adecuada, constante, incondicional.

Este punto, me lleva a tocar el último aspecto que quiero compartirte en este artículo, el que una madre, siempre es “un ejemplo de amor”. Pero ¿Cómo vamos a ser ese ejemplo si no sabemos hacerlo? ¿Cómo vamos a lograrlo si nadie nos lo ha dado a nosotros? ¿Cómo vamos a lograrlo si no sé cómo?

El primer paso es respirar profundo y relajarte; te aseguro que lo vas a logras, porque ¡Sí se puede! Lo que necesitamos es, primero reconocer que hay algo que anda mal en esta relación madre – hija(o); una vez que tienes la humildad de reconocerlo, podemos pasar a imaginar que las cosas pueden estar mejor, mucho mejor.

Lo siguiente será aprender, hay material en la biblioteca, o en la web (por favor consulta fuentes confiables), o puedes pedir ayuda a un profesional. Reconoce que si lo has intentado todo (lo que sabías y se te ocurría), quiere decir que ahora, deberás buscar por otra parte, para obtener los resultados que buscas.

No discutas, solo aumentas la frustración,
la rabia y el dolor.
¡Rompe el círculo y no repitas el guion.!

Con cariño:
Julia Becerril
Noviembre 30 de 2016.

 


Como citar este artículo:




Becerril Julia. (2016, Noviembre 30)  “Quiero ser importante para mi madre. “ [Mensaje en Blog]. Recuperado de: http://www.psicreamotiva.blogspot.com

Imagen: Tremblay, Claudia (2013) It was a windy day. [pintura]. Recuperado de: http://claudiatremblay.blogspot.mx/p/illustrations.html