Todos quisiéramos tener (o ser) una madre amorosa, tierna; que nos escuche sin
juzgarnos, que nos acepte como somos y que nos motive cuando nos equivocamos y
tenemos que levantarnos.
Qué hermosa es una relación
entre madre e hijas, cuando le miras a los ojos y encuentras una verdadera
aceptación, sin importar que tontería hiciste, siempre te demuestra afecto,
comprensión y la tibieza de su abrazo.
Sin embargo una madre, también puede ser una de
las relaciones más complejas, que
dejarán heridas muy profundas en nuestra formación, un vacío en nuestra
autoestima, en lo que pensamos de nosotras mismas.
En el consultorio, es muy frecuente encontrar
personas que sufren de angustia, inseguridad, frustración y una incapacidad
para recibir y demostrar afecto; detrás de estas historias hay experiencias en
la infancia y en la juventud, en las que relatan la falta del amor y
reconocimiento de su madre. Hombres y mujeres que con un profundo sentimiento
de abandono y con lágrimas en los ojos, llegan a expresar, frases como:
- · ¡Deseo profundamente, sentirme importante y reconocida por mi madre!
- · Nunca me faltó nada, pero no tuvimos cariño.
- · Cuando me acerque a ella y quería contarle lo que me pasaba, pedirle un consejo, me dijo: “con migo tendrás una casa, comida y atenciones cuando enfermes, pero no me pidas más, eso fue lo que me enseñaron y eso es lo que puedo darte”.
- · Ella veía cuando mi papá me golpeaba, me tiró al suelo y ahí me pateo - “Más me duele que ella se subiera a su cuarto sin decir nada, que no me defendiera; que los golpes de mi padre”.
- · Siempre he sentido que mi madre se avergüenza de mí.
- · He pensado mejor morirme, no le hago falta, estaría mejor sin mí.
- · Todas las atenciones eran para mi hermana, ella era la bonita, la que presumían, y yo “nada”; a pesar de que yo ayudaba en todo a mi mamá, trabajaba y cooperaba en casa, mi hermana nunca hizo nada, siempre ha sido egoísta.
Si consideras que eres parte de ese enorme grupo
de personas que no aprendieron a recibir cariño, o si perteneces a esta generación que les cuesta trabajo
demostrar cariño, sigue leyendo y podremos conectarnos, encontrar respuestas, saber
por qué.
Primero,
debemos tener en claro que se trata de emociones que, en mayor o menor medida,
se presentan en la primera relación emocional más profunda de un ser; el
vínculo con su madre. En este sentido, somos pequeños seres, bebés, niños,
jóvenes que aún no alcanzamos a comprender, ni explicarnos muchas situaciones de la vida y la respuesta
automática es: culparnos, sentir que algo anda mal en mí, que debo tener mal mi
ADN.
Y
no, no hay nada malo en ti. Pero entonces ¿Por qué mi madre
es así con migo?
El ser humano aprende a expresar afecto desde los cuidados y
atenciones que la familia le otorga durante la infancia, la adolescencia y la
juventud.
El ser humano aprende a expresar afecto desde los
cuidados y atenciones que la familia le otorga durante la infancia, la
adolescencia y la juventud; si en casa no han logrado este aprendizaje por cualquier situación
lamentable o simplemente no vivieron ellas mismas una experiencia de recibir - expresar
afecto adecuadamente y de forma constante.
Es muy probable que al ser madres,
al formar una familia; carezcan de la
posibilidad de demostrar su amor a los hijos ¡Porque no saben hacerlo, nunca
aprendieron!
En este sentido, puede ser que también ellas
fueran maltratadas en la infancia, donde aprendieron de forma distorsionada,
cosas como;
·
Que así es; los padres golpean o
insultan “Ya es normal.”
·
Se acostumbraron, aprendieron la
conducta por imitación y repeticiones y se les grabó un patrón de conducta.
·
Desesperanza aprendida; que el mundo
es por definición un lugar inseguro, no se puede confiar en nadie.
Incluso, cuando eran objeto de maltrato, algunas
se decían a sí mismas que jamás harían con sus hijos lo mismo; luego, están
repitiendo de manera inconsciente, las mismas actitudes y conductas erróneas.
Quizá en este momento estás pensando, sí, sí
¡Entiendo! Pero si ella quisiera,
hubiera podido aprender a darte amor y cariño, que tú misma has tenido que
aprender y logras expresarlo adecuadamente, que es un instinto maternal, que
simplemente ¡Es tu madre y debe quererte!
Antes de continuar, es importante comprender que
en la mayoría de los casos, son personas que no logran ver su error, se dan
cuenta de que tienes problemas, que reclamas, que no estás a gusto; pero no se
dan cuenta de los errores que comenten.
Estas personas, tampoco logran controlarse, es un trastorno que las hace incapaces de
expresar e identificar las emociones, en particular el cariño. No es que no tengan
emociones, sí están ahí, pero tienen que desarrollarlas y no saben que pueden
hacerlo, tampoco saben cómo lograrlo. Y como si esto fuera poco, también tienen
dificultades para tomar decisiones.
En segundo lugar, una vez que hemos
comprendido por qué se desarrolla en algunas madres esta lamentable situación
de no poder expresar el amor maternal con sus hijos (frecuentemente, es con
alguna hija), es momento de ubicar en qué lugar te encuentras en esta línea de
aprendizajes distorsionados. Por ejemplo, puede que seas esa madre que no se da
cuenta de la importancia de sus capacidades para expresar amor a sus hijos, pero te das cuenta que tienen
problemas; sigue leyendo para encontrar algunas alternativas.
Si por el contrario, eres una de esas hijas que
han sufrido por la falta de reconocimiento y afecto; te recomiendo continuar
esta lectura para tomar precauciones y propuestas.
Es importante comprender en este punto, que no se
trata de pensar que te falta amor por tus hijos, el punto es que, a pesar de
todo el amor y sacrificio que haces por ellos, es necesario demostrárselos de
manera afectiva, es imprescindible que observes si estás trasmitiendo ese
cariño. Vamos a ver algunos casos y formas de actuar más asertivas.
No se trata de
pensar que te falta amor por tus hijos, el punto es que, a pesar de todo el
amor y sacrificio que haces por ellos, es necesario demostrárselos de manera
afectiva.
Mucho se ha hablado sobre el amor de una madre;
por ejemplo que es capaz de sacrificarlo
todo por sus hijos. Muchas de nosotras tenemos recuerdos que bien son un
ejemplo de esta cualidad, como trabajar arduamente para darles bienestar,
preocuparnos hasta el insomnio cuando algo no anda bien en sus vidas o pasan
por un momento de tristeza, o quizá porque verdaderamente se encuentran en una
situación de riesgo.
Sin embargo, en muchas ocasiones este amor y sacrificio no llega a ser
percibido por los hijos ¿Te has preguntado por qué? Quizá tienes dos
trabajos, llegas cansada a tu casa y aún tienes que preparar comida, arreglar
ropa; definitivamente, debes estar exhausta, fatigada y con ganas de ser
recibida con mimos y atenciones; te conformarías con llegar y no recibir
reclamos de cómo se portaron los hijos, los problemas de cada uno, su actitud
indiferente o rebelde.
En este contexto es muy fácil reclamar, empezar a
regañar; en lugar de abrazar calmadamente, detenerte entre los brazos de tu
hija, de tu hijo, como si el tiempo no importara, preguntarle cómo le fue en la
escuela, mirarle a los ojos, con una expresión amorosa, verdaderamente
interesada en escucharle y sea lo que sea que te esté contando, aceptar a ese ser
que salió de tu vientre, y tratar de comprender cómo se siente, para poder
apoyarlo, sin juicios, sin reclamos.
Una característica del amor materno, dicen, es que
se trata de un amor incondicional, que
se siente y se entrega sin importar la situación por la que se atraviese;
es decir, sin importar cómo sea tu hijo, qué haga o que piense. En muchas
ocasiones tus hijos piensan en lanzarse por la ventana porque se sienten
Superman; más tarde, quieren liberarse y que no les des ni consejos, ni
responsabilidades; algunos deciden tomar en las fiestas y empezar con drogas;
en otras circunstancias quieren irse con el novio de fin de semana y
simplemente no entienden por qué estás en desacuerdo y ellos solo pueden
explicárselo diciendo “tú no me comprendes” “es que ya estás vieja”.
Estoy segura que en estas situaciones, tú sigues
amando a tus hijos, pero quizá ya no sabes qué más hacer, empiezas a sentirte
desesperada y tratas de ser más una autoridad fuerte, llegas a los insultos,
amenazas (que luego quizá no cumples) y en muchos casos hasta recurres a los
golpes; o bien, pierdes todo el respeto y comunicación con tu hijo – hija
(situación que también sucede a veces con los papás).
En estos momentos, un amor incondicional, es el
que comprende que lo más importante es, ver qué emociones hay detrás, en qué momento
dejamos de tener confianza, comunicación y nos perdimos en alegatos, arrebatos
y desencuentros sin arreglo. El amor verdadero, es el que sigue a tu lado
cuando caes, el que no te juzga cuando te equivocas y te alienta para que te
levantes. Pero quizá te estés preguntando “! Exacto, eso quiero! ¿Pero cómo lo
logro, si ya lo intenté todo?
Pasa tiempo especial con tu hija - hijo, dedícale
tiempo y esfuerzo para hacer lo que a ella le gusta y tú dedícate por 30 minutos,
solo en tratar de comprender qué se siente ser ella (o él), porqué le gusta lo
que “le gusta”, comprender qué está viviendo, “date cuenta de cómo se vive ser
tu hija”. Así podrás encontrar el elemento afectivo que le hace falta, podrás
darte cuenta si es cuestión de mejorar su autoestima, su seguridad, o de estar
más cerca afectivamente de ella, si lo único que quisiera es sentir que es
importante para ti, que la aceptes como es, que sienta que pertenece a una
relación madre – hija. Dedícale 30 minutos
dos veces por semana, te aseguro que las cosas van a mejorar y podrás sentir
que tienes una buena relación con tus hijos.
Definitivamente, si esto no es posible para ti, si
no logras establecer una relación cercana y afectiva con tu hija – hijo; realmente
no sigas perdiendo el tiempo, es mejor que busques ayuda para aprender a
expresar tus emociones de forma asertiva. No te angusties, es mucho más común
de lo que piensas, hay tanta gente a la que no nos enseñaron a expresar nuestro
afecto de manera adecuada, constante, incondicional.
Este punto, me lleva a tocar el último aspecto que
quiero compartirte en este artículo, el que
una madre, siempre es “un ejemplo de amor”. Pero ¿Cómo vamos a ser ese
ejemplo si no sabemos hacerlo? ¿Cómo vamos a lograrlo si nadie nos lo ha dado a
nosotros? ¿Cómo vamos a lograrlo si no sé cómo?
El primer paso es respirar profundo y relajarte;
te aseguro que lo vas a logras, porque ¡Sí se puede! Lo que necesitamos es,
primero reconocer que hay algo que anda mal en esta relación madre – hija(o);
una vez que tienes la humildad de reconocerlo, podemos pasar a imaginar que las
cosas pueden estar mejor, mucho mejor.
Lo siguiente será aprender, hay material en la
biblioteca, o en la web (por favor consulta fuentes confiables), o puedes pedir
ayuda a un profesional. Reconoce que si lo has intentado todo (lo que sabías y
se te ocurría), quiere decir que ahora, deberás buscar por otra parte, para
obtener los resultados que buscas.
No discutas, solo aumentas la
frustración,
la rabia y el dolor.
¡Rompe el círculo y no repitas el
guion.!
Con cariño:
Julia Becerril
Noviembre 30 de 2016.
Como citar este artículo:
Becerril Julia. (2016,
Noviembre 30) “Quiero ser importante
para mi madre. “ [Mensaje en Blog]. Recuperado
de: http://www.psicreamotiva.blogspot.com
Imagen: Tremblay, Claudia (2013) It was a windy day. [pintura]. Recuperado de: http://claudiatremblay.blogspot.mx/p/illustrations.html
Imagen: Tremblay, Claudia (2013) It was a windy day. [pintura]. Recuperado de: http://claudiatremblay.blogspot.mx/p/illustrations.html
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